Trabajar en la pizzería fua algo que, de alguna manera, formo parte de nuestras vidas. Con el fin de buscar un futuro mejor, decidimos emprender una nueva aventura, empezando un negocio juntos. Fue mas un sueño de mi esposo en el que yo lo acompañe, primero como su compañera de vida y luego como su socia en el trabajo. Cuando decidimos venir a Quillabamba, no sabíamos exactamente como seria todo. Era un salto al vacío, pero teníamos ganas de intentarlo. En mayo de 1996, abrimos nuestro primer local en Edgar de la Torre. Recuerdo ese momento como si fuera ayer, la emoción, los nervios y sobre todo las ganas de ofrecer algo que la gente no conocía. Fuimos la primera pizzería en Quillabamba y poco a poco, los clientes comenzaron a llegar. En esos días, hacíamos de todo. Yo trabajaba como mozo, atendiendo las mezas con una sonrisa y un “buen provecho”, mientras mi esposo se encargaba de la cocina, preparando cada pizza, espagueti y lasaña con dedicación. También ofrecíamos sangría, que se convirtió en un clásico para quienes venían a celebrar algo especial. Los empresarios de la zona fueron nuestros primeros clientes fieles. Ellos llegaban, probaban y nos recomendaban a otros. No teníamos grandes campañas publicitarias, pero tampoco las necesitábamos: el boca a boca fue suficiente. Cada cliente satisfecho traía a un amigo, un vecino o toda una familia y así el negocio creció. Cuando finalmente nos mudamos al local de Plaza de Armas, todo cambio. Las ventas aumentaron y la pizzería se convirtió en un punto de referencia en Quillabamba. Incluso los medios locales y los empresarios empezaron hablar de nosotros. Pero, más allá del éxito, siempre mantuvimos el mismo espíritu: era un negocio familiar, construido con esfuerzo y mucho amor. Luego llego la pandemia. Fue un momento difícil para todos, pero también una oportunidad para reinventarnos. Decidimos ampliar el local, hacer mas espacio para nuestros fieles clientes y nuevos. Mi esposo se esmeró aún más, dedicándole horas interminables al negocio, siempre pensando en como mejorar y ofrecer lo mejor a quienes confiaban en nosotros. Hoy, miro hacia atrás y me siento orgullosa de lo que hemos logrado juntos. Empezamos con algo pequeño, con trabajo duro y sueños grandes y ahora nuestra pizzería no solo es un lugar donde la gente viene a comer, sino también un espacio lleno de recuerdo y de historias.
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Nuestra Pizza Hawaiana es el equilibrio ideal entre lo jugoso, lo crujiente y lo cremoso. Preparada con una base de masa artesanal, lleva una generosa capa de salsa de tomate casera, queso mozzarella derretido, jamón jugoso y el toque tropical de piña fresca, creando una combinación de sabores irresistibles.
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Nuestra Pizza Napolitana es un homenaje a la receta original de Nápoles, elaborada con ingredientes frescos y de la más alta calidad. Con una base de masa artesanal, fermentada lentamente para lograr una textura ligera y aireada, es horneada a la perfección en un horno de piedra, logrando ese borde crujiente y ligeramente ahumado
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Nuestra Pizza de Pepperoni es el equilibrio perfecto entre sabor y tradición. Con una masa artesanal horneada a la perfección, lleva una base de salsa de tomate casera, una generosa capa de queso mozzarella derretido y está cubierta con rodajas de pepperoni doradas y crujientes que aportan un toque especiado y delicioso.